lunes, 27 de abril de 2009

Cigarette Burns

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Cigarette Burns (2005), octavo capítulo de la serie Masters of Horror, marca el regreso por la puerta grande (si bien en la pequeña pantalla) de John Carpenter, quien de unos años para acá gozaba de una mala racha de películas no necesariamente memorables. Por fortuna, su contribución a la serie creada por Mick Garris para la cadena Showtime condensa en una hora todo el inmenso talento de este director en una historia ambiciosa que no tiene miedo de coquetear con los límites de censura del medio. Curiosamente, en una entrevista reciente a su director, este afirmaba que su estilo no necesariamente tenía que irse por los lados del gore, cuando lo cierto es que este episodio es sin duda uno de los más sangrientos de toda la temporada.

Argumento:
Del director de: Halloween, The Fog y The Thing.
Mientras Joey se daba cuando de que se acercaba cada vez más a Charlie, Dawson estaba intrigado con una crítica de cine que atendió una escena de su nueva película, dado que después de "meter la pata" tendrá qeu verselas para acabar "embaucando" a la chica y que su visión de la película...sea lo más buena posible.Por otro lado la relación de Audrey y Pacey se sometía a una prueba y Jen se sorprendió al descubrir que Grams parecía comenzar una nueva relación
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Ficha Técnica
Pais: USA.
Año: 2005
Duración: 55 min.
Dirección: John Carpenter.
Guión: Drew McWeeny.
Intérpretes: Norman Reedus, Udo Kier, Gary Hetherington, Christopher Britton, Zara Taylor, Chris Gauthier, Gwynyth Walsh, Colin Foo, Douglas Arthurs

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La historia es, asimismo, una parábola sobre el cine, especialmente el de género. La protagoniza un joven llamado Kirby Sweetman, especialista en hallar películas raras y dueño de una sala de cine al borde de la bancarrota, y que acepta encontrar la única copia existente de una película llamada Le fin absolue du monde, legendaria cinta que, según cuenta la leyenda, causó una gran ola de muertes cuando se proyectara por primera y última vez en cierto festival de cine (el de Sitges, nomás). Pero a medida que Kirby se va acercando al misterio de la película y a la misteriosa muerte de todos los que han tenido que ver con ella, va descendiendo en una espiral de fenómenos que prologan la muerte de su cordura y la pérdida de su humanidad, así como el contacto con fuerzas sobrenaturales que podrían haber metido la mano en la realización del filme.
Un aspecto bastante curioso de Cigarette Burns es que en ella pareciera que John Carpenter está haciendo un homenaje a otros directores de género, con cuya obra esta película muestra marcadas influencias. Tanto el guión (firmado por los desconocidos Drew McGweeny y Scott Swan) como las diferentes imágenes contienen fuertes referencias a la filmografía de directores mucho más "surrealistas", como Clive Barker y especialmente Dario Argento, cuya marca indeleble en este filme queda evidenciada cuando desde el principio vemos una sala de proyección donde se exhibe Rojo profundo (1975). Sin embargo, y para ser justos, muchos seguramente recordarán también con esta película una de las cintas más logradas de Carpenter: En la boca de la locura (1994).

Como ya se pone arriba, se trata de uno de los episodios más sangrientos de toda la serie, pero también es uno de los que trasciende en mayor medida los límites de la sencilla carnicería y despliegue de horrores para ofrecernos una reflexión estética coherente y fascinante. El tema de la película parte del título y se extiende a través de toda la historia. De hecho, esto se nos manifiesta desde las primeras escenas, cuando conocemos al proyeccionista amigo de Kirby, cuya extraña afición de coleccionar las "quemaduras de cigarrillo" (las marcas que aparecen durante una fracción de segundo en una cinta y que indican el momento del cambio de carril) es un reflejo de la extraña relación entre la historia y los espectadores, y que asimismo se repite cuando nosotros mismos vemos lo que sucede al protagonista. Asimismo, el acercamiento de Kirby al desenlace vendrá acompañado de bruscos recursos estéticos que no hacen sino evidenciar la fatalidad que, inexorablemente, acompaña a la historia de la cinta perdida.
Una propuesta más que interesante en donde John Carpenter demuestra una vez más por qué es uno de esos clásicos indispensables del horror fílmico. Con la correspondiente crisis creativa y comercial del cine, no es de extrañar que la televisión aparezca en la actualidad como una de las opciones más atractivas para proyectos tan arriesgados y a la vez tan ambiciosos como el que esta serie nos presenta. Indispensable.

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